Flotaban las carnes verdes,
el inmaterial cuchillo,
la cintura del sueño,
en tapas de ollas,
la mitad de los pasos,
el resto del día,
dejando la honda esfinge aromatizada,
cataclismo de verduras y cabello,
suerte que el alma no despertó el apetito,
un mahorí que giraba en su centro,
dos manteles de frutillas,
ramos de curry y mariposas,
decoran el alto cielo de muebles